16 marzo 2020

Meditación ante la nueva situación en la que vivimos




Cuando tantos de nosotros nos vemos obligados a permanecer responsablemente en casa en estos días, privados del encuentro con familiares, vecinos, compañeros de estudio o de trabajo, con los demás miembros de la comunidad cristiana,... lanzamos acá un desafío apostólico:

Comparte con nosotros una oración que acabas de escribir para esta ocasión, una melodía que has compuesto y que puede fortalecer la esperanza de los enfermos o de los que están solos, un buen libro que te ha inspirado y que recomiendas para este tiempo de prueba, una iniciativa que has tenido para agradecer a los equipos médicos que están haciendo todo lo posible para salvar vidas, una campaña de solidaridad a favor de alguien más vulnerable en este momento,...


Breve oración ante el COVID- 19

«Que los estantes vacíos del supermercado ​me ayuden a pensar en quienes la escasez es el no-pan suyo de cada día.

Que la falta de mascarillas o de hidroalcohol me haga reflexionar ante quien vive a la intemperie desde que nace, sin tarjeta médica, ni hospitales, ni medicinas…

Que la incertidumbre de a quién le tocará, ​me ayude a intuir los sentimientos de los que oyen el silbido de las bombas y los disparos hoy.
Que el posible aislamiento ​me sirva para padecer-con los refugiados bloqueados en Turquía.

Que las posibles "grandes complicaciones logísticas" laborales​, educativas​ y familiares​ me ayuden a comprender una pequeña parte de lo que sienten los padres que no tienen ni abrigo, ni casa, ni cuadernos, ni respuestas, ni esperanza para sus hijos.

​Que el caos económico que amenaza nuestro privilegiado bienestar nos sirva para abrir los ojos ​ante quien busca simplemente futuro atravesando el océano​, el desierto, el campo helado o las alambradas.»


Padre bueno


Padre bueno, consuelo de tu Pueblo,
en tus manos están nuestras esperanzas y angustias, 
nuestra confianza y los temores del caminar.

En este tiempo de zozobra 
ayúdanos a no perder de vista que lo importante 
es cuidarnos los unos a los otros como nos cuidas tú.

Te pedimos que sea posible un nuevo encuentro,
donde la cercanía sea desde la responsabilidad 
y donde el Sacramento de tu Palabra 
nos alimente desde lo cotidiano y cordial.

Mueve siempre nuestra vida 
al cuidado de la Creación y de los demás.
Anima a quién se siente en soledad,
y regálanos la serenidad de una Pascua siempre nueva
en tu presencia Viva y Verdadera.

                                                                            Que así sea.


Ejercitemos las virtudes en este tiempo en el que estamos en casa


Ejercitemos las virtudes en este tiempo en el que estamos en casa

La cuaresma de 2020 está siendo marcada excepcionalmente por la pandemia del COVID-19.

Os sugiero ejercitar algunas virtudes derivadas de la actual pandemia, para la vivencia de esta cuaresma:

1. Ejercitemos la virtud personal de la humildad, reconociendo que no soy omnipotente ni superior a las fuerzas de la naturaleza, ganando la presunción de que no soy más inmune y más civilizado que todos los demás.  Mi existencia no depende solo de mí, no soy yo el dueño de la vida.

2. Crezcamos en humildad científica y tecnológica, ante sus grandes avances, que son dones a cultivar y agradecer, pero no son dioses a adorar.  Lo que nos salva, pues, no es el poder económico, por el progreso de la ciencia o las maravillas de la técnica, sino el amor de unos por otros.

3. Pongamos en práctica una fraternidad solidaria, como antivirus contra la superficialidad, la indiferencia, la autosuficiencia y el narcisismo, que tantas veces me hacen ponerme a mí mismo en el centro de todo y por eso mismo, olvidando que todo es don.

4. Valoremos a la familia y a nuestra casa como lugares más seguros.  El hecho de pasar más tiempo en casa en este obligatorio confinamiento, no es necesariamente una penitencia y puede ser más bien una bendición. Profundicemos en la calidad del diálogo y de la presencia familiar.

5. Redescubramos la importancia de los afectos, con los que no sean más cercanos, con los que comparten la misma casa, el mismo medio de transporte, el mismo espacio de trabajo.  La soledad forzada nos enseña el valor y el precio de la relaciones humanas.  La impuesta distancia superior a un metro nos revela la belleza y la nostalgia de las distancias breves.

6. Optemos por un estilo de vida más sobrio, menos enfocado en el consumo, más centrado en lo esencial.  Porque “no solo de pan vive el hombre” y mucho menos vive de la moda, de los colorantes y conservantes y de productos azucarados o manipulados.

7. Liberémonos del deseo alienante de una vida vivida en régimen de diversión continua. Es una buena oportunidad para corregir un cierto estilo de vida pagana y mundanizada, que se conforma con un “pan” en la mesa y “circo” en la plaza.

8. Redescubramos la belleza y la riqueza de la lectura, por supuesto también de la Sagrada Escritura y de la meditación diaria del Evangelio.

   
   Y así, sin haberlo previsto, todas nuestras urgencias, las agendas repletas, las actividades programadas, lo imprescindible... se nos cae

   Y entramos en un desierto donde quizás nos espera la verdad para la que nunca tenemos tiempo.

    Y la Cuaresma empieza a serlo más, convirtiendo la cuarentena en una verdadera Cuaresma.

......

Oración del Papa Francisco invocando la protección de la santísima virgen frente a la pandemia del coronavirus

Oh María, Tú resplandeces siempre en nuestro camino como signo de salvación y esperanza.

Nosotros nos encomendamos a ti, salud de los enfermos, que ante la cruz fuiste asociada al dolor de Jesús manteniendo firme tu fe.

Tú, salvación del pueblo de dios, sabes lo que necesitamos y estamos seguros de que proveerás para que, como en cana de Galilea, puede regresar la alegría y la fiesta después de este momento de prueba.

Ayúdanos, Madre del divino amor, a conformarnos a la voluntad del padre y a hacer lo que nos dirá Jesús, que ha tomado sobre si nuestros sufrimientos. Y ha tomado sobre si nuestros dolores para llevarnos, a través de la cruz, al gozo de la resurrección.  Amén

Bajo tu protección, buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies la súplicas de los que estamos en la prueba y líbranos de todo peligro
¡ oh Virgen  gloriosa y bendita!

Homilía Lunes III Cuaresma A

Homilía Lunes III de Cuaresma

Estoy descubriendo mi celda


Estoy descubriendo mi celda
Chus Villarroel

Entre las cosas buenas del coronavirus una de ellas es que nos está haciendo pensar a muchos.
Unos tratan de contener la epidemia, otros nos dan consejos prácticos, otros hacen psicología para evitar la histeria colectiva y a otros, entre ellos a mí, nos interesa más la cuestión trascendente.
He dedicado mi vida a escuchar la cantidad de sandeces que desde el siglo XIX hasta hoy se han dicho, sobre todo por parte de algunos filósofos, pensadores y científicos, para enfriar en los corazones cualquier deseo o atisbo de superar la pura materia.
Este bichejo de nombre tan rimbombante creo que nos está colocando un poco en nuestro sitio. En lo científico nuestra derrota es inapelable. La única defensa que tenemos es parapetarnos para que no entre.
Hoy, sin embargo, quiero hablaros de otra cosa más sugerente. Hace unos días descubrí mi celda después de vivir en ella muchos años. Me sucedió como a Unamuno que siendo vizcaíno de nacimiento y escuchando el rumor de las olas desde la cuna, no fue capaz de descubrir el mar. No se enteró de que existía tal cosa. Metido en sus elucubraciones y en sus sentimientos trágicos no se percató de su presencia en su vida.
Lo descubrió cincuenta años más tarde en Fuerteventura, una isla canaria de arena y perfiles marinos, donde pasó varios años desterrado por el gobierno español. Allí descubrió el mar y su alma se llenó de poemas y de brisas azules. Gracias a este descubrimiento soportó con brillantez interior su largo destierro en aquella solitaria isla.
Yo me encuentro ahora desterrado por el coronavirus en mi habitación. Eso es, por lo menos, lo que me recomiendan y trato de cumplirlo. Pero ¿cómo se sobrevive en una habitación?
Ya sé que soy un paciente de mucho riesgo y que tengo que cuidarme, mas tengo que convencerme de que merece la pena. No estoy acostumbrado a vivir en una habitación solo, sin agenda, sin compromisos, sin planes de futuro, sin visitas. Una soledad vacía me inquietó los primeros días:
¡Dios mío, la que me espera por culpa de este dichoso parásito! He intentado llenar mi celda de sentido proponiéndome nuevas cosas pero resultaban ser postizas y no me enganchaban y, de repente, la iluminación: Yo había estado muchas horas en la habitación pero la habitación no había entrado en mí. No la había descubierto. Yo estaba en ella pero la había utilizado pensando en mis cosas, en mis problemas, en mis estudios, en mis escritos, en mis enfermedades, en mí. Entonces me di cuenta que la habitación, como Fuerteventura, es un espacio contemplativo que no tengo que llenar sino dejar que me llene. Descubrí que estaba llena de Espíritu Santo ese ser que no ignora ningún sonido ni se le oculta ninguna soledad.
Esto es una experiencia espiritual pero plenificante. A mí como soy creyente me ha ilusionado. Me gusta encontrarme con algo dentro de mí. Una habitación sin descubrir destruye la oración, una vez descubierta disfrutas del placer de la interioridad. De lo contrario, siempre estás fuera de ti aun en el lugar o el momento de mayor intimidad. Te aseguro, amigo mío, que si no descubres tu hogar contemplativamente no amarás bien a tu mujer ni educarás a tus hijos; los llenarás de tus rollos, manías y preferencias. El hogar es el espacio vacío del amor y solo se llena con una sabiduría trascendente que viene de arriba. Si eres creyente, llámala Espíritu Santo.
Le voy cogiendo gusto a esta soledad. Me doy cuenta que la contemplación no consiste en decirle cosas a Dios sino en dejar que él te las diga a ti. Para eso se necesita cierto ejercicio y cierta unción. No llega el primer día. Pero mejor ocasión que esta para entrenarse un poco no podemos encontrarla. Si nos dedicamos a ver solo programas de ocio y diversión, al final el estrés, el temor y el nerviosismo podrán contigo y lo pagará el resto de la gente con la que vivas. No hay mal que por bien no venga. Cuando haya pasado todo esto tal vez hayas crecido un poco en interioridad.